Billy y los mimpins por Roald Dahl

¡Hola lectoras, mi nombre es María y sean bienvenidas al blog de mi Librero!

Les había contado en mi reseña anterior que estaba en una época lectora llamada Roald Dahl y como en verdad es un autor maravilloso que siempre tiene libros que aportan algo nuevo y diferente no quería dejar pasar la oportunidad de contarles sobre la segunda lectura que tuve de este novelista inglés. Es un libro muy cortito y poco conocido pero que resultó ser una pequeña perla en el baúl de la gran literatura infantil, se trata de Billy y los mimpins.

La edición que tengo en mi librero de Billy y los mimpins es una versión rústica de 112 páginas editada por Alfaguara en su colección Clásicos, del grupo Penguin Random House México. Es una primera edición mexicana del 2018, con traducción de Rita da Costa e ilustraciones de Quentin Blake. Llegó a mi librero como un premio a un concurso en el que participé de Librería Porrúa en el 2021. En librerías mexicanas lo encuentran entre los $199 y $158 pesos mexicanos (al 27 de septiembre, 2023).

He de mencionar además una pequeña anécdota sobre los ilustradores de esta novela: todos los libros de Roald Dahl fueron ilustrados en su momento por Quentin Blake, todos salvo uno: Billy y los mimpins. En su primera edición inglesa este libro fue publicado con ilustraciones de Patrick Benson, y así fue durante mucho tiempo y para varias ediciones en diferentes idiomas. Fue hasta algunos años después que se le pidió a Quentin volver a ilustrar Billy y los mimpins y he de ahí que salió otra edición ésta vez con las ilustraciones de Blake para al fin poder decir que todos los libros de Dahl están ilustrados por él. Finalizada esta pequeña curiosidad vamos a contarles sobre el libro.

Billy y los mimpins es una novela corta infantil con la que me llevé una muy grande sorpresa y que a mi perspectiva es perfectísima para lectoras pequeñas, algo así como las primeras novelas de la vida, de esas experiencias que una de adulta dice: «Recuerdo que este fue el primer libro que leí». En lo personal nunca había leído una novela o un texto de un autor de renombre, como lo es Roald Dahl, que funcionara para hacer de la lectura un hábito. Sé que existen libros literarios infantiles para adentrarse a leer o para aprender a leer, pero casi siempre son con textos populares, tradicionales o de adaptaciones de historias clásicas mucho más complejas. Por ejemplo: en la FIL Guadalajara he visto miles de libros infantiles preciosos con títulos como Caperucita roja, La Cenicienta, Hansel y Gretel o Don Quijote, pero estas versiones infantiles no son ni de cerca las versiones originales de Perrault, los Grimm o Cervantes, ya sea porque están resumidos o modificados, sin embargo son mundialmente conocidos como historias infantiles. Otro ejemplo más personal: yo recuerdo de niña haber leído en la primaria «El fantasma de Canterville» de Oscar Wilde, cuando fui más grande y lo volví a releer me di cuenta que aquella versión resumida infantil no era ni siquiera la mitad de la versión original. ¿Por qué nos esforzamos en adaptar historias de adultas en vez de crear una verdadera literatura infantil? Aunque tampoco me malinterpreten: sé a la perfección que estas adaptaciones sirven y son preciosísimas.

No lo niego: es un hecho rotundo que, independientemente de las adaptaciones de clásicos literarios o de las historias de tradición popular, sí existe la literatura infantil, para no irnos tan lejos quedémonos con Roald Dahl y pensemos en sus textos. ¿Cuáles se nos vienen primero a la mente? Matilda, Charlie y la fábrica de chocolates o Las brujas. No me cabe ninguna duda que son textos para niñas y niños, pero no es lo mismo el material que se le puede dar a una niña de 6 o 7 años, cuando está en primer o segundo año de primaria, que apenas aprendió a leer y que aún puede sentirse intimidada por la lectura (para este tipo de niñas a esta edad es perfecto Billy y los mimpins), a una niña de 10 o 12 años que ya puede «leer de corrido» o que incluso está cerca de cambiar de nivel escolar. Yo recuerdo haber leído Matilda y Charlie y la fábrica de chocolates cuando estaba por cumplir 11 años y haber leído Las brujas a los 13, porque son libros enfocados para esas edades. Pero me hubiera resultado muy difícil leer esos mismos libros a mis 7 años sin ayuda, en esa edad se me hubiera facilitado mucho más leer Billy y los mimpins, incluso por mi propia cuenta.

Como promotora de lectura también he visto muchas veces a mamás (que no tiene muy arraigado el hábito de la lectura) preguntar por recomendaciones literarias para que sus niñas sí desarrollen el leer, casi siempre buscan las recomendaciones cuando sus hijas están alrededor de los 10 u 11 años, e incluso a mí me parece una edad razonable (a esa edad yo comencé a ser lectora, lo mismo muchas amigas y muchas personas de mi generación), pero la verdad es que no hay edad para comenzar a leer. Ignoramos, y me incluyo porque hasta ahora lo descubrí con este libro de Dahl, que existen libros para las más pequeñas de la casa, que las niñas más chiquitas también pueden sentirse orgullosas y satisfechas por haber leído por su propia cuenta un libro completo y disfrutar de lecturas que en verdad fueron escritas para su edad sin que sean adaptaciones de libros clásicos.

Billy y los mimpins es un libro extremadamente sencillo pero que se disfruta inmenso: es una historia lineal con personajes definidos y sólidos, acciones concretas y buen ritmo, la aventura de Billy avanza por sí sola, no hay ambigüedades, ni cosas complejas, la novela está redactada con un vocabulario sencillo (tal vez los nombres de las criaturas monstruosas que aparecen pudieran ser algo difíciles pero no resultan imposibles de leer), es un libro que se lee muy rápido (una adulta puede leerlo en una hora o menos) y esta brevedad y facilidad favorece a que las niñas no vean los libros en general como armatostes. A mí parecer uno de los mejores puntos de la historia es que una niña siente que avanza en la lectura: muchas veces el problema, incluso con nosotras las adultas, es que sentimos que no estamos avanzando, ni en la historia, ni en las páginas del libro (hola, Divina comedia, por ejemplo) y es ahí donde desistimos del hábito lector, porque sentimos que es muy largo o que nunca lo vamos a terminar. Considero es un libro que una niña pequeña (entre los 6 y 7 años) lo puede leer sin ayuda, tal vez un poco orientada con el nombre de los monstruos, pero en general el sentimiento de logro, orgullo y satisfacción individual que una niña sentiría por leer un libro sola es bastante. También he de mencionar que aunque una niña podría leerlo sola considero que la lectura acompañada por padres, hermanas, profesoras siempre es mucho más enriquecedor y significativo a largo plazo.

Billy y los mimpins narra la historia de cómo Billy entra al bosque que está detrás de su casa pero después no puede salir de él por la presencia del «regüeldallamas»: un monstruo rápido y voraz que escupe fuego, así que mientras Billy espera resguardado en la copa de un árbol conoce a los mimpins, pequeñas criaturas que le ayudarán, junto con otros habitantes del bosque, a regresar a su casa, pero que a su vez Billy les ayudará a ellos a poder transitar libremente por el bosque sin el riesgo del monstruo. Billy conoce además cómo viven, cómo son sus casas y su ropa, cómo vuelan sobre los pájaros, entre algunas curiosidades más de estas mini personitas. La novela tiene el equilibrio perfecto entre la fantasía (que atrae tanto a las niñas) y el mundo real (Billy es un niño cualquiera que tiene una vida cualquiera). Billy, por aparte de tener una vida común y corriente, puede llegar a crear conexión con las niñas y niños pequeños pues Billy es curioso, sueña con la fantasía, sueña despierto con que algo maravilloso algún día le va a suceder. O si como adultas lo hemos olvidado: las niñas en su juego diario juegan a través de la fantasía donde todo es posible dentro del mundo real que conocen. Las niñas siempre sueñan con vivir aventuras mágicas y fantásticas que cambiarán sus vidas aún enmarcadas dentro del mundo que conocen.

Uno de los aspectos que más me gustó de la novela es que Roald Dahl recurrió a un elemento mágico que está presente en el imaginario de muchas culturas: el transcurso del tiempo del mundo real y racional siempre es diferente al transcurso del tiempo del mundo mágico y fantástico, donde es posible disponer de más tiempo para tener más aventuras. En el bosque al que entra Billy, el «Bosque del Pecado» lo llama el autor, el tiempo pasa más lento y a Billy le suceden varias cosas que en la realidad deberían haberle tomado gran parte del día, pero cuando regresa a su casa su madre menciona que lleva 5 minutos muy en silencio, su madre no se ha percatado siquiera que Billy salió por la ventana y vivió una aventura extraordinaria. Otro punto extra en este aspecto es que tradicional, mitológica y literariamente, los boques suelen ser lugares donde se da naturalmente la magia.

Al final, Roald Dahl da un mensaje que me parece maravilloso, no a modo explicito de moraleja, sino como consejo que reafirma toda la historia de Billy: el no dejar de ver el mundo real como un lugar donde puede ocurrir la magia, el mundo cotidiano que puede esconder más allá de una mirada superficial un universo lleno de criaturas fantásticas que conviven con nosotras y que muchas veces este mundo mágico no tiene porque tener explicaciones, simplemente está ahí. La novela invita a las niñas a no dejar de ver el mundo real con imaginación, que muchas veces es lo que nos salva o nos ayuda a enfrentar los problemas.

Como espero que una niña no tenga acceso a internet y quien haya leído esta reseña sea una adulta, ojalá puedas compartir esta novela con una pequeña lectora que sé quedará fascinada con descubrir un nuevo mundo, y no solo me refiero al de los mimpins, sino el mundo de los libros.

¡Felices lecturas!

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